La práctica profesional de la arquitectura es una gran responsabilidad. Podemos mejorar la vida de las personas y nuestro entorno con nuestro trabajo, aunque también podemos deteriorarlo de una forma irreparable.
Estas palabras no son nuestras, aunque podría serlo porque suscribimos cada una de ellas, cada punto y cada coma como si lo fueran. Se trata de una reflexión de Pablo Falcón, arquitecto encargado de desarrollar el proyecto de O Incio en el que vamos a profundizar hoy.
Pero antes, vamos a ponerlo en contexto. Tras finalizar sus estudios de Arquitectura en la Universidad de A Coruña en 1999 obteniendo el título por la especialidad de Urbanismo y con la calificación de Premio Extraordinario, Pablo complementa su formación con cursos y seminarios entre los que destaca el Aula de Rehabilitación y Renovación Urbana en Santiago de Compostela, además de su faceta como docente de Doctorado en el Departamento de Proyectos Arquitectónicos en la Universidad Politécnica de Madrid.
En 2005 abre estudio propio en Ourense, tan sólo 6 años después de finalizar la carrera. Y es precisamente 6 años después de haberlo abierto cuando desarrolla el proyecto en O Incio, quizá sea simplemente una bonita casualidad.
El proyecto se enmarca en las montañas de la provincia de Lugo y es un fiel reflejo de la filosofía de su estudio: prestar especial atención a la incorporación de sistemas de ahorro energético, el aprovechamiento de energías naturales y el empleo de materiales de bajo impacto ambiental, tomando conciencia de que el planeta es nuestra casa y es nuestra responsabilidad cuidarlo a él y a los seres que lo habitan en óptimas condiciones para producir salud y felicidad.
De nuevo unas palabras extraídas de la filosofía de trabajo de Pablo, que tomamos como nuestras y que se hacen palpables en cada palmo del rueiro* que dibujan los volúmenes de los que se compone la vivienda.
* Un rueiro, según la Real Academia Galega, es un grupo de casas que forman un conjunto separado de las otras del lugar o de la villa.
Y aunque esta definición nos lleve a imaginarnos una edificación que llama la atención dentro de su entorno, nada más lejos de la realidad. Parte de la vivienda se ubica debajo de una cubierta ajardinada que dialoga con la enorme pradería de la parcela, de forma que se minimiza el impacto visual de la vivienda y se oculta exteriormente una buena parte del programa.
Esto responde a un objetivo marcado desde el inicio del proyecto y mantenido hasta la finalización del mismo: la integración.
La vivienda se ubica en el borde de un pequeño núcleo rural de un valle de la montaña de Lugo y está determinada por una magnífica orientación al Sur y por una espectacular vista de la ladera en el extremo opuesto. La suma de estas peculiares características, junto con la visión de la arquitectura que desprende el estudio de Pablo Falcón, y el empleo de geometrías orgánicas que buscan la mayor adaptación al entorno y la topografía existente, han marcado el desarrollo del proyecto logrando una unión perfecta entre la vivienda y un entorno de una gran belleza natural.
Un entorno que realza a la vivienda. Una vivienda que se fusiona con su entorno. Un trabajo cuidado con mimo hasta el mínimo detalle y en el que, además, se han empleado materiales propios de la zona: en los muros piedra de una cantera local y madera; en las cubiertas pizarra en losas; y una cubierta ajardinada que dialoga con el material con más presencia del entorno, la hierba, que cubre la totalidad de la finca.
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