Desde un taller en una aldea de Ames, un pueblo cercano a Santiago de Compostela, surgen piezas de joyería en madera que recorren el mundo entero de mano en mano, de oreja en oreja, de concierto en concierto.

Si a Juan Lamas le preguntas qué sonido se le viene a la cabeza al escuchar la palabra madera no lo tiene demasiado claro, pero sonríe al recordar cómo una buena clienta le explicó que a ella le encanta el que surge cuando las diferentes piezas de uno de sus pendientes se rozan entre sí.

Pero la historia de Juan con los pendientes empezó mucho antes que con la madera. Este artesano-joyero, como él mismo se define, no lo es por tradición familiar, ni mucho menos. “Lo que me vinculó al tema de la artesanía fue trabajar en unas tiendas de artesanía durante siete años”. Fue en esa época cuando decidió apuntarse a uno de los cursos que impartía la Asociación de Orfebres de Santiago de Compostela con Ricardo Rivas. Ahí aprendió “a trabajar lo que es la plata, el metal y el azabache también”.

Juan Lamas, fundador y director de Silvereira, durante el rodaje.

A partir de ese momento se echó la mochila a la espalda y se dedicó a recorrer diferentes lugares de la geografía española comprando materiales. Cuando llegó de vuelta a su casa, en la que ni siquiera tenía un taller, empezó a darle rienda suelta a su creatividad. 

Todo esto ocurría en el año 2000, y ya en aquel entonces Juan tenía muy claro que quería darle a su empresa un perfil internacional. De esa intención y de la unión de una palabra inglesa (silver, plata) y una gallega (eira) surge el nombre de Silvereira. En aquel momento, como cabe esperar por el nombre, Juan trabajaba la plata. Y lo hacía a mano. En su cabeza surgían ideas donde la tecnología tenía mucho peso, pero la realidad del taller y de los materiales las echaba al traste. 

En esa evolución “empecé a tocar otros materiales como las resinas”. Fueron esos “nuevos incentivos de trabajar con materiales poco frecuentes en la joyería” lo que le ayudó a seguir. “Eso era lo que hacía que bueno que tuviéramos un poquito un hueco en el mercado. No teníamos grandes tecnologías, no teníamos experiencia en taller… poco a poco fui comprando máquinas, rodeándome de gente, contratando gente para que me ayudara a trabajar porque tenía claro que yo no quería estar yo solo allí dedicándome a eso” ya que también le atraen, y mucho, otras partes del proceso como la venta y el diseño.

No fue hasta el 2009-2010 cuando la madera entró en la vida profesional de Juan y, por consiguiente, en la de Silvereira. “La crisis arrasó con todo, se dejó de vender todo, la plata se disparó de precio y fue donde empezamos a trabajar con la madera”. Por pura casualidad, dicho sea de paso. Y es que en la Mostra do Encaixe de Camariñas, a la que Silvereira quería acudir, se exigía que una parte de los productos tuvieran que ver con el encaixe y sus formas. “Entonces fue cuando hicimos el primer diseño”, el tapetito de Camariñas que siguen haciendo hoy en día, “con una tabla de madera que tenía allí. Se me ocurrió a cortarla en una máquina de láser que tenía con muy poco uso y llevamos unas cuantas piezas”, unas en metacrilato, otras en fieltro recortado y otras en madera. 

Espacio de trabajo dentro del taller de Silvereira en Ames, A Coruña

El éxito fue tal que en Silvereira lo tuvieron muy claro. Vieron en la madera su tabla de salvación (nunca mejor dicho) y su camino a seguir. A partir de ahí “empezamos a desarrollar todo este tema de los diseños de madera. Fue algo muy sorpresivo porque, de repente, un material que nunca habíamos trabajado empezó a abarcar todo lo que era nuestro taller, nuestra producción”.

La selección de la madera fue un trabajo conjunto con su amigo Pepe Ferradáns. “En un principio partí de unas tablas creo que de aliso americano que seguramente venía de Estados Unidos, pero que estaba plantado en Tailandia. Dije "vamos a ver, Pepe, necesito madera de aquí’”. Y entonces Pepe le explicó a Juan que en Galicia también había aliso, llamado ameneiro, y así nació la unión de Silvereira con este material.

La madera de aliso, ameneiro en gallego, es el material sobre el que se construye Silvereira

Tras los encajes de Camariñas “vinieron los pendientes del traje de gallega” y toda una serie de colecciones inspiradas, sobre todo, en el folclore y la cultura de Galicia, pero también de Portugal y Andalucía. 

Unos diseños “muy limpios, muy, muy cuidados”, unas piezas “que tengan esa ligereza”, unos colores “muy vivos y muy actuales” porque, al fin y al cabo, “lo principal de todo esto es que a la gente le guste”.

Y vaya si sus piezas gustan. Desde Italia a Estados Unidos, pasando por Francia y Alemania, cuenta con auténticas legiones de fans que compran colecciones enteras. Eso Juan lo sabe de primera mano, porque es un apasionado de la venta directa. “Disfruto mucho de lo que son las ferias, la preparación y la ejecución, sobre todo si son ferias de venta directa o festivales”. No en vano, llevan 10 años yendo al Festival Internacional do Mundo Celta de Ortigueira con el que también colaboran haciendo la parte de joyería del merchandising oficial.

“Cuando la gente está en un festival y llega y ve tu trabajo, muchas veces es abrumador. Las muestras de cariño de la gente… es muy satisfactorio”.

Las colecciones de Silvereira se inspiran en el folclore, la cultura y la naturaleza

Y si con la joyería ya veían su trabajo por todas partes, ahora todavía más porque en Silvereira han apostado por diversificar el negocio con la fabricación de trofeos personalizados. Algo que hace que lleguen al taller proyectos nuevos, diferentes y tan ilusionantes como el que recientemente han desarrollado para para el Club Baloncesto Obradoiro de Santiago.

Pero no acaba aquí la evolución de la compañía, ya que llevan un tiempo desarrollando un nuevo material bicapa fruto de la colaboración con su proveedor de madera y que refuerza la idea de “la importancia de las colaboraciones y de tener a tu lado proveedores bien afianzados y que se presten a eso”.

Nuevos acabados, nuevas colecciones… A dónde llegará la evolución a Silvereira es probable que ni Juan Lamas lo sepa. Lo que es seguro es que sus piezas, como los grandes grupos de música, seguirán girando alrededor del mundo desde una pequeña aldea de Galicia. 

Parte del trabajo que requiere cada pieza que sale del taller de Silvereira sigue siendo manual

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