A Nacio es posible que lo conozcas porque ya ha pasado por estas páginas cuando lo visitamos en el monte que gestiona en el Alto de la Llama, en plena Sierra del Sueve, cuando más tarde nos enseñó el aserradero que tiene en Libardón junto a su compañero Fabián Huerta y cuando, por último, nos llevó al taller que tiene en Pola de Siero.
Con él aprendimos a apreciar la madera en todo su esplendor, a que la entresaca es un método fantástico para cuidar el bosque y obtener piezas de mayor calidad, a que en el castaño se valora muchísimo la longitud de las maderas y a que se genera un vínculo especial con la madera “que tú tiras en el monte y que tú sierras y que tú trabajas”.
También nos habló de su amor por un oficio, el de maestro carpintero que trabaja con madera maciza, cada vez más olvidado, de que no trabaja con maderas tropicales por política y pensamiento, que le encanta la madera de castaño porque le cuesta mucho encontrarle alguna desventaja y que “la perfección no existe, pero siempre hay que acercarse a ella”.

Es posible que cada una de las cosas que hemos dicho sobre Nacio se podría aplicar también a la figura de Nacho Manzano y a su labor en la cocina. Desde su restaurante Casa Marcial hay unas vistas espectaculares de la Sierra del Sueve de donde Nacio extrae su madera. Su equipo “se inspira y recrea en la naturaleza que les rodea, reflejando en sus platos estas sensaciones”. Su cocina “es una prolongación de su manera de entender la vida, exprimiendo la localización y la tradición como punto de partida para crear su propio lenguaje culinario”.
Nacio y Nacho. Ambos son unos auténticos enamorados de su tierra y de sus raíces que llevan la tradición por bandera y que la transportan, con la máxima integridad y cuidado, hasta la actualidad aportando un punto vanguardista y dejando un legado imborrable.

Quizá por eso su unión da frutos tan espectaculares como la bodega de vinos que Nacio diseñó y ejecutó íntegramente en madera de castaño, sin “ningún tipo de acabado salvo, salvo el pulido”, como comenta el propio Nacio y como no podía ser de otra forma.
El mueble está basado “en la tipología tradicional del bar-tienda” ya que la propia Casa Marcial, restaurante donde se ubica el mueble y que actualmente cuenta con tres estrellas Michelín, es una casa antigua que en su día fue un colmado y el lugar donde se iba a situar el mueble era “donde había estado la tienda originalmente generaciones atrás”, nos cuenta Quirós.

Con una capacidad total para 825 botellas, dispone de una instalación de frío industrial con dos zonas de temperatura diferenciadas para vinos tintos y blancos. En palabras de Nacio, se trata de un proyecto “muy singular, ejecutado con mucho mimo y con mucho cariño, tanto a la persona como como a lo que significa” porque “es la carta de presentación, tú ahora entras en Casa Marcial y te encuentras con la bodega”.
Un mueble saca a relucir la sensibilidad y la sostenibilidad, el respeto por el producto, la tradición y las raíces, el cuidado del entorno, la pasión y el amor por un oficio que transmiten dos auténticos referentes del mundo de la cocina y de la artesanía con madera.

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