Ezcurra y Ouzande nos hablan de su intervención respetuosa y reversible que aúna la necesidad de adaptar el conjunto de BIC a uso hotelero.

Situado en un lugar único que nos invita a soñar con otros tiempos, el Castillo de Monterrei es una fortaleza-palacio enclavada sobre un promontorio en el valle de Verín y a orillas del río Támega. A pesar de contar con un origen de carácter militar dada su situación estratégica, sus instalaciones han contado con diferentes funciones a lo largo de los años.

El conjunto está constituido por cuatro edificios. El Pazo dos Condes es el más grande y cuenta con la Torre das Damas que consiste en un volumen prismático de cantería de gran calidad, distribuida en tres niveles con salida al exterior en la cubierta.

Fotografías: David De la Iglesia

La Casa Reitoral, ocupada por el clero, se trata de una construcción de vivienda tradicional con dos patios exteriores anexos, que cuenta con una planta baja y primera. La planta baja está compuesta por tres espacios con diferentes niveles y la primera planta, a la que se accede por la escalera interior o por la exterior del patio Norte, cuenta con la antigua cocina y una secuencia de cinco cuartos con ventanas exteriores. Desde esta planta se sube a la solaina, un mirador con vistas espectaculares del entorno.

A estos dos edificios se une la torre da Homenaxe, la igrexa de Sta María da Gracia, el Patio de Armas, que funciona como elemento distribuidor y los sucesivos órdenes de murallas.

Fotografías: David de la Iglesia

Propuesta arquitectónica

La propuesta arquitectónica que plantea el estudio Ezcurra e Ouzande Arquitectura consiste en adaptar el conjunto BIC al uso hotelero, desarrollando la implementación de nuevos usos en la arquitectura existente. Se tiene en cuenta la funcionalidad y exigencias normativas pero respetando en todo momento el conjunto; ya que todo lo que se construye nuevo es reversible, ligero y aún superponiéndose; se puede adivinar la solución original diferenciándose claramente de la intervención posterior.

La incorporación del uso hotelero en el Palacio de los Condes, en donde se dispone un total de siete habitaciones para huéspedes además de una serie de espacios colectivos de uso público; sigue permitiendo al público recorrer y visitar los lugares de interés del conjunto monumental tales como la Torre de las Damas, las loggias, terrazas y jardines, sin entrar en conflicto con el funcionamiento de la instalación hotelera.

Fotografías: David de la Iglesia

Principal reto del proyecto

El conjunto está clasificado como BIC que es una figura jurídica de máximo rango de protección patrimonial lo que hacía que tuviesen limitado el tipo de intervención.

El principal reto ha sido incorporar a La Fortaleza el uso hotelero, uso muy exigente funcionalmente hablando, sin provocar tensiones en su arquitectura. Por otro lado, la necesidad del cumplimiento de la normativa en materia de accesibilidad y la protección patrimonial de los inmuebles, que obligaba a respetar el conjunto y sus partes, hicieron que el proyecto haya tenido que encontrar el punto de equilibrio entre tantos condicionantes”, comentan.

Fotografías: David de la Igesia

“El aspecto más complejo de este proyecto fue resolver el uso habitacional dentro del Pazo y construir las habitaciones dentro del poco espacio disponible, como casas dentro de otra casa, sin que se dejase de percibir en su totalidad; consiguiendo iluminación y ventilación natural en cada dormitorio.

También el trazado de los sistemas de instalaciones supuso un trabajo de análisis minucioso; ya que ni se podían ni se quería tocar los muros. Se planteó un pavimento de tarima de madera elevada, que además de unificar niveles y hacer viable la accesibilidad, permitía la distribución de tubos y conductos”, añaden.

Maderas empleadas

Una de las premisas de partida en este proyecto, era reducir el número de materiales diferentes a utilizar. El material mayoritariamente empleado ha sido la madera, tanto en los sistemas estructurales, como tabiquería, pavimentos, escaleras, carpinterías y acabados.

Además de ser un material natural que encaja perfectamente con el proyecto y su entorno, es un buen acondicionador acústico, tiene una importante resistencia al fuego, ayuda a mantener el equilibrio hídrico, no genera emisiones de CO2, es renovable, reciclable y reduce, respecto a otros, los consumos energéticos en el proceso de producción.

Fotografías: David de la Iglesia

Las habitaciones se sitúan dentro del espacio original con volúmenes independientes y cubiertas propias con un acabado de entablado de madera pintada que crea una envolvente continua en parámetros y cubiertas.

En cuanto a la estructura, tanto las piezas de mayor envergadura como en las intervenciones puntuales de reparación o modificación, se realizaron con madera laminada de roble. En los pavimentos se utilizó tarima de roble con acabado en aceite mineral, con excepción de algunas zonas existentes de granito y las tarimas exteriores que se hicieron de madera de iroko. En las carpinterías exteriores se empleó cedro de Brasil con el mismo acabado en aceite mineral. Para los entablados se utilizó madera de pino y se les aplicó una pintura tipo lasur poco cubriente que deja a la vista la textura de la veta.

Nos despedimos de Cristina Ezcurra y Cristina Ouzande con muchas ganas de visitar la fortaleza y soñar con otros tiempos. ¿Y tú? ¿Te has quedado con ganas de conocer más sobre Ezcurra y Ouzande? Si es así, te animamos a que visites su perfil profesional en woodiswood y ¡no dudes en contactarles!

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