No nos hemos movido mucho desde la última vez que hemos estado con Nacio por estas tierras. La anterior visita había sido a un monte privado en el Alto de la Llama, en el municipio de Piloña, a escasos 3 kilómetros de donde nos encontramos ahora mismo. Cerca, muy cerca. En un entorno rural rodeados de un paisaje con una atmósfera muy particular que es difícil de explicar sólo con palabras.
Cercanía y ruralidad, dos conceptos que a veces podrían parecer casi opuestos, pero que en el proyecto profesional (y de vida) de Nacio Quirós van siempre muy de la mano.
Un proyecto con una huella de carbono mínima si hablamos del transporte, ya que el aserradero está en el propio entorno de donde se extrae la madera, una madera que se extrae por medio de la entresaca, una entresaca que tiene muy poca incidencia sobre el medio natural y permite regenerar el bosque, un bosque que dará madera nueva y de mayor calidad, y que hará que la rueda nunca deje de girar.
Yendo todavía más allá en materia de sostenibilidad, si hablamos del aprovechamiento de los recursos, éste es máximo. “De hecho, hay un producto que fabricamos que es el Sistema Lupo, un juguete didáctico, y lo hacemos con despuntes de otras fabricaciones. No utilizamos madera específicamente para hacerse producto, sino que, al ser piezas muy pequeñas, utilizamos el residuo de otras fabricaciones, con lo cual intentamos que el residuo sea el mínimo posible”, nos cuenta Nacio sobre el proyecto un proyecto artístico, educativo y lúdico, patentado por Fermín Blanco.
Circularidad, le llaman.
¿En qué momento un artesano como Nacio se embarca en un proyecto como el de montar su propio aserradero? Esta es una pregunta que tiene dos respuestas.
Por un lado, la que nos dio en nuestra anterior visita y que tiene que ver como la conexión con la madera, con el vínculo que se genera con el material cuando pasa por tus manos durante todo el proceso, porque no es lo mismo trabajar una madera que tú has talado y que tú has serrado.
Por otro lado, los avances tecnológicos. Porque hace 20 años era impensable que Nacio y Fabián pudieran hacer realidad este sueño, pero hoy en día es otra cosa. Como comenta Nacio, en los últimos años y, concretamente, en el apartado de los aserraderos particulares no industriales “hubo un avance tremendo, porque las fábricas de maquinaria de este tipo mejoraron mucho los modelos, les aplicaron tecnologías informatizadas y la verdad es que ahora hay máquinas de muy buenas prestaciones. Estos aserraderos están tan bien hechos tan bien pensados que en muy poco espacio puedes obtener prestaciones muy buenas, muy superiores a las de aserraderos tradicionales profesionales que necesitaban muchos más recursos de personal”.
Lo hacen por amor al oficio y a la madera (en concreto a la de castaño, que es la única que trabajan) porque ni siquiera la demanda es un incentivo. “El mercado local, el asturiano propiamente, no tiene mucha demanda porque tampoco la madera maciza en sí tiene demasiada demanda. Pero bueno, como siempre hubo una tradición tan grande en el trabajo el castaño, hay una inercia que si eres una carpintería tradicional lo más lógico es que una parte de tu producción la hagas en castaño”.
Pero aquí el foco no está en la rentabilidad, sino en la calidad. En cuidar el producto de principio a fin y sacarle el mejor (y el máximo) partido. En hacer suyo todo el proceso, como nos cuenta Nacio.
“Sacamos con cable la madera hacia la pista forestal, cargamos en tractores y lo bajamos al aserradero. Allí seleccionamos las trozas y las cortamos al máximo largo posible” que es de aproximadamente 8 metros en su aserradero estacionario (no portátil)
“A lo mejor una pieza que tiene 7 metros de largo, pero que en el medio tiene nudo muy importante y una curva, la tronzamos y la cortamos en dos piezas”. Una vez que esos largos ya están seleccionados, “ponemos la pieza en la máquina y la vamos girando hasta que le vemos la cara más adecuada para hacer un primer corte de lo que llamamos un costero”, o lo que es lo mismo, “un primer corte lateral para que luego ya tenga un asiento sobre el que seguir aserrando”.
Es a partir de este momento cuando “le vamos dando la medida del espesor que vayamos viendo en cada caso (…) Lógicamente, si tienes una pieza de una calidad excelente con un grano y una veta magnífica (…) la utilizas para hacer una mesa singular o para hacer algo un poco especial”.
Se trata, más que nada, de escuchar a la madera con atención, ya que, como afirma Nacio, “la propia pieza te va diciendo qué quiere ser de mayor”.
Eso es justamente lo que descubriremos en la próxima entrega de The Wood Way, en la que acompañaremos a Nacio a su taller.
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