En el interior de un aula cualquiera de un instituto cualquiera de una ciudad cualquiera está una profesora cualquiera observando a un alumno cualquiera. Y mientras le observa va vislumbrando, poco a poco, cuáles son sus virtudes y sus intereses, y cómo podría ayudarle a enfocarse en aquello que le va a servir para construir su futuro.
Para Óscar López esa profesora fue la profesora Morado, quien sabía de los gustos de Óscar por el dibujo técnico y su interés por los edificios. Una vez finalizados sus estudios de Bachiller, Óscar se decantó por la carrera de arquitectura frente a la de periodismo, su otra opción, y a partir de ahí bocetar lo que sería su futuro profesional.
En sus inicios tuvo la suerte, como el mismo dice, de estar trabajando durante 10 años en la oficina de rehabilitación del Concello de Sarria, Lugo. Algo de lo que se siente realmente orgulloso, y no es para menos. “Las oficinas de rehabilitación en Galicia han sido pioneras en el uso de la madera. Nos encontrábamos en los pueblos de Galicia donde se construían nuestros cascarones de piedra con mucho hormigón. Esto no era manera de hacer y entonces, las oficinas de rehabilitación y los técnicos que estábamos en cada en cada una de ellas, introdujimos el uso de soleras secas, forjados de vigas de madera laminada en los cascos históricos”.
Para Óscar, estas oficinas hicieron una labor fundamental entre los años 90 y 2010, logrando que la madera desbancara al hormigón en muchas rehabilitaciones. Y es algo de lo que ahora todos nos estamos aprovechando, porque las casas “están mejor”.
En OLA Estudio han seguido surfeando esa ola (nunca mejor dicho) y han aplicado todo lo aprendido en multitud de proyectos en los cascos históricos más bonitos de Galicia, donde en sus intervenciones es habitual que aparezca la madera, tanto a nivel estructural como para la construcción de soleras secas. A pesar de eso, como afirma Óscar, “no hacemos una puesta en escena del uso de la madera como bandera, es algo que va dentro de nosotros”.
Y es que, en palabras de Óscar, “cualquier material puede generar cualquier tipo de emoción”. Por eso, para él, es más importante el hecho de dar la respuesta que el proyecto necesita que el uso de un material concreto, ya sea la madera, el hormigón o el metal. La cuestión es que hay obras que necesitan una respuesta extraordinaria, excepcional, fuera de lo normal, y ahí cualquier material puede ser bueno.
Eso sí, “cuando uno utiliza la madera de forma extraordinaria con los carpinteros, con la tecnología… es infinito el panorama mucho más allá de estructuras repetidas que empiezan a aburrir un poco”. Unas modas arquitectónicas o constructivas ante las que, en cierto sentido, en OLA Estudio son un poco reticentes.
Y ¿qué nos deparará el futuro de la arquitectura, más allá de modas y convencionalismos? Para Óscar “será en la combinación entre distintos materiales y en su equilibrio justo de producción y puesta en obra, y todo aquello que podamos usar que consuma menos energía mejor”. Encontrar ese balance será (si no lo es ya) fundamental y eso en OLA Estudio lo tienen asumido como una obligación moral tanto en su relación con el entorno como con sus vecinos. Por eso tenemos que “empujar todos, que estamos todos en el mismo barco, para cambiar la manera de construir el futuro”.
Esa es la parte que más disfruta Óscar de los proyectos, ese abrir camino, ese desbrozar, cada uno dentro de sus limitaciones, para ir construyendo las que serán nuestras ciudades y nuestros cascos históricos dentro de 20, 50 o 100 años. Eso sí, sin darse demasiada importancia, pero tomándoselo absolutamente en serio. “Nunca me he sentido con esa capacidad ni esa energía de pensar que estamos cambiando nada. Hay compañeros que sí tienen esa capacidad y son imprescindibles. Yo creo que hay otros arquitectos que somos más necesarios, en el buen sentido. Es decir, de hacerlo siempre bien, a veces muy bien, y aprender de otros que están desarrollando cosas y utilizarlas. De estar atentos cuando otras personas centran sus energías en desarrollar algo para que otros podamos utilizarlo. Ahí nos sentimos muy cómodos y es nuestro día a día”.
De lo que sí hacen bandera en OLA Estudio es de su eclecticismo. Y de lo variopintos que son sus proyectos. Y del uso del color para dar alegría a los proyectos. Y de lo bien que se lo pasan. Y de lo que disfrutan trabajando. Porque, como dice Óscar, “uno tiene que disfrutar, porque si uno no disfruta, malamente lo puede transmitir a sus clientes y malamente lo puede transmitir a sus vecinos. Como tú no lo pases bien, malamente vas a hacer que tu entorno esté mejor”. Sólo le ha faltado cerrarlo con un “trá-trá”.
Una mejoría en el entorno que debe ir de la mano de la reducción, en todos los sentidos. En consumir menos, en utilizar menos recursos, en necesitar menos energía. Un camino de reducción de lo construido que para Óscar es muy interesante, porque “nuestras ciudades, nuestros entornos están llenos de cosas inútiles que no sirven para nada, ni alimentan nuestra capacidad de desarrollo tecnológico, ni alimenta nuestro espíritu, ni nos dan una información, ni nos llevan a un mundo distinto. Estamos llenos de ruido y a poco que mires te das cuenta de todo lo que puede llegar a sobrar”.
Y, ante el reto de eliminar todo aquello que es superfluo y que no nos aporta nada, ¿cómo conseguiremos que nuestras ciudades y nuestros entornos se vuelvan más humanos, más habitables, más sostenibles? Para Óscar la clave está en hacerlo todo más natural, acercarlo a lo vivo y “no a lo que hemos hecho y creado de una manera intelectual para conseguir no sé qué desarrollo o pregunta que nos hemos inventado. Ese reto no es el nuestro. El nuestro es cuidarnos”. Y nosotros no podemos estar más de acuerdo.
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