En los últimos años, los discos de vinilo han experimentado un renacimiento significativo, convirtiéndose en un fenómeno cultural y comercial. A pesar del dominio de la música digital y las plataformas de streaming, los vinilos han resurgido por su calidad sonora, estética y valor coleccionable. La experiencia de escuchar un disco en tocadiscos también requiere de tiempo y espacio, algo que contrasta con la inmediatez y total disponibilidad del streaming.
De hecho, los vinilos se han convertido en objetos de culto. Tanto es así que desde 2020 sus ventas han ido en aumento llegando a superar a las de los CD por primera vez en décadas en algunos países como EE. UU. y Reino Unido.
Y, aunque por esta introducción parezca un artículo sobre el estado actual de los vinilos, estás en lo cierto. Porque en un rincón de A Coruña hay un bar donde la música se toca antes que se escucha. Y en ese bar hay un mueble que sostiene discos. Y entre los discos también sostiene un gesto, un ritual, una forma de estar, vivir y disfrutar. Y ese mueble está ahí para los clientes, para que sean ellos quienes pongan música a su momento.
Estamos hablando del mueble diseñado por Carlos Nárdiz, corazón, cabeza y manos de Nárdiz Estudio, para albergar vinilos, una mesa tocadiscos y, por qué no, una manera de mirar el tiempo con otros ojos.
Eso es todo lo que esta pieza única es, pero también hay cosas que no es. No es una estantería más, sino un punto de encuentro. Un lugar al que acercarse, elegir un disco, soplar el polvo al recuerdo y dejar que el aire del local se llene del ambiente de décadas pasadas.
Todo ello fruto del proceso de trabajo de Carlos, que se inicia con una conversación profunda con el cliente en la que cada detalle importa, continúa con la selección responsable de materiales y remata con un trabajo manual muy minucioso desde el cepillado hasta la última mano de pintura, y en el que la involucración del cliente es máxima durante todas las etapas.
En este caso se buscaba algo funcional y resistente, pero que también tuviera alma, que creara una atmósfera. Y dejamos en tus manos observar si se ha conseguido.
Este diseño propio, manufacturado en madera de contrachapado que reposa sobre una sencilla estructura en metal y del que se hicieron dos unidades gemelas, cuenta con una serie de compartimentos amplios para vinilos que optimizan su verticalidad y facilitan la selección, una espaciosa encimera que sostiene cómodamente una mesa de tocadiscos, y una estructura metálica ligera, simple y elegante, que da apoyo sin restar protagonismo al conjunto. Todo ello con unos remates limpios que revelan la belleza de la madera.
Un mueble que representa la convergencia de diseño industrial, artesanía y humanidad. No es solo un soporte, sino que es un contenedor de experiencias y emociones. Una pieza atemporal y llena de alma, que el paso del tiempo y del uso no deterioran, sino que la embellecen.
Igual que sucede con el auge del vinilo, los muebles de diseño hechos con tiempo, amor y cuidado no sólo son valorados por los nostálgicos o la gente de más edad. Muchos jóvenes los adquieren como una forma de conectarse con la vida (y con la música) de manera más significativa, alejándose momentáneamente de las producciones en masa (y de lo digital).
Íbamos a terminar el post dejándote alguna canción o alguna playlist para alegrarte el día, pero se nos ha ocurrido algo mejor: aquí tienes un enlace para suscribirte a nuestra newsletter y también los perfiles de nuestras redes sociales (Instagram, Facebook y Linkedin) para que no te pierdas proyectos y profesionales tan interesantes e inspiradores como Carlos Nárdiz y su mueble para vinilos y mesa tocadiscos.
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