Su trabajo de carpintero en TMDC. Desde Brasil hasta Barcelona.

André Mazzei siempre ha tenido un referente claro en el mundo de la carpintería: su abuelo. Desde aquellos primeros trabajos en su Brasil natal hasta levantar su proyecto personal en TMDC han pasado muchas cosas. En este artículo nos cuenta algunas:

Imagina una casa de campo en Brasil. ¿Ya la tienes? Así, como imagen, no está nada mal, ¿verdad? Pues en un lugar similar creció André Mazzei y descubrió la carpintería de la mano de su abuelo. Años después, y tras haber trabajado como músico profesional o dirigiendo equipos de redes sociales, ha vuelto a sus inicios para encontrar su lugar en el mundo. 

“Me hizo el clic de dedicarme a la madera en la pandemia, que yo creo que para mucha gente seguramente fue un período dificilísimo. Para mí también fue dificilísimo, pero a la vez me descubrió muchas cosas. Yo me veía ahí detrás del ordenador en casa todo el rato trabajando y llevando equipos y reuniones sin parar… no podía más, pensaba que no estaba haciendo lo que debería. Me pedí una excedencia el trabajo y aquí estoy, no pienso volver ya”, cuenta André con una sonrisa de oreja a oreja.

Fue en esa época cuando descubrió TMDC, un taller-coworking en plena Barcelona donde profesionales de diferentes ramas comparten espacio, máquinas, experiencias, conocimientos y proyectos. “Me vine a vivir a Europa y al final acabé aquí en Barcelona, conocí TMDC y fue cuando rescaté esta parte de mi vida”.

En cuanto a su estilo, como él mismo afirma, “no tengo un estilo, es imposible. Yo hago de todo un poco y voy mezclando lo que. A veces es caos y a veces es súper fácil. Intento siempre hacer algo diferente o inspirarme en muchas cosas diferentes para poder hacer algún más diferente aún.”

Ahora trabaja junto a un grupo de diseñadores, arquitectos y otros perfiles creativos realizando trabajos, sobre todo, para negocios de hostelería, donde “hago restauración de fachadas, fabrico mesas, sobres de mesa, rehabilito los restaurantes…. Una cosa que me encanta es restaurar la fachada, algo que ha sido hecho muchos años atrás y verla revivir, para mi es maravilloso. Hacer que quede bonito otra vez, darle el brillo otra vez”.

Por si no ha quedado claro, André nos deja una reflexión final, tan simple como llena de contenido: “yo trabajo con las manos. Me gusta la madera”. Y así seguirá siendo.

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