Las ayudas de la Xunta de Galicia para actuaciones de mejora paisajística en el Camino de Santiago fueron el detonante. En ese momento a Macarena y Ángela se les encendió la bombilla. Sabían de la existencia de un par de hórreos en las inmediaciones de una casa de arquitectura tradicional, en un entorno protegido próximo al Camino de Santiago, en una zona enmarcada por el paso de un riachuelo.
El estado de conservación de ambas construcciones era muy malo y sabían de la intención del dueño de rehabilitarlos, así que le propusieron encargarse de preparar la documentación y solicitar la subvención. Dicho y hecho. Y conseguido: la administración le concedió la subvención, cubriendo gran parte del coste de la obra, y dos hórreos de tipo Mondoñedo se convirtieron en parte fundamental de la mejora paisajística de su entorno.
Pero, ¿qué es un hórreo de tipo Mondoñedo? Se trata de una de las variantes tradicionales de hórreo gallego, característicos sobre todo del norte de la provincia de Lugo, especialmente en la comarca de Mondoñedo y en otras zonas de A Mariña lucense como Lourenzá, Foz, Barreiros o Alfoz.

Se trata de construcciones de planta rectangular, como la mayoría de los hórreos que se pueden encontrar en la geografía gallega, pero estos en concreto se distinguen por varios rasgos constructivos propios.
Su estructura es muy ligera y alargada, el techo suele ser más bajo y con menor pendiente que el de otros tipos, como los de A Costa da Morte o los de O Ribeiro, los remates laterales se colocan en forma de frontones triangulares de madera que a menudo incluyen una decoración sencilla, suelen estar elevados sobre cepas o pilares más bajos que en otras zonas gracias a que el clima de A Mariña es más suave y húmedo, y a veces presentan una pequeña escalerilla lateral de piedra o madera.
Como en otros tipos de hórreos, sus paredes suelen ser de madera, muchas veces levantadas tablones verticales a diferencia de los de tipo ourensano o asturiano, que pueden usar piedra o barrotes horizontales. Los soportes, también llamados pies, son de piedra, con los clásicos tornos o muelas, las típicas losas que impiden que suban los roedores. La cubierta a dos aguas generalmente es de teja curva o pizarra, según la zona.

Para valorar el alcance de la intervención de las dos construcciones que en Eunoia arquitectura ecolóxica tenían la labor de rehabilitar, se realizó antes de nada un levantamiento y medición del estado actual, evaluando qué elementos se podían conservar y cuáles había que sustituir o reponer. Todo ello detallado en un proyecto individual para cada uno de los dos hórreos.
A partir de ahí, comenzaron a reparar y consolidar los elementos dañados para, posteriormente, llevar a cabo la reposición de aquellos que estaban muy deteriorados o que directamente habían desaparecido, manteniendo las características constructivas originales de ambos edificios utilizando los materiales y las técnicas tradicionales: cubierta de pizarra irregular, apoyos de mampostería de esquisto, revestimientos con morteros de cal, cámara y puerta con madera de castaño.

Y así fue como dos arquitectas especializadas en bioconstrucción, madera y eficiencia energética que buscan hacer posible una “construcción más sana, eficiente y sostenible” para gente “práctica y con conciencia ecológica” lograron devolver a la vida a dos construcciones tradicionales que estaban abocadas a desaparecer. Un cambio que, por pequeño que parezca, lo cambia todo porque, como ellas mismas dicen, “los cambios individuales propician cambios globales”.
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