Joaquín Llamas Mata viene de una familia que es historia de la ebanistería. Y se nota. Sigue leyendo y ya verás cómo se nota.

Podríamos empezar explicando la diferencia entre carpintero y ebanista, pero mejor vamos a empezar con otra historia.

La del abuelo de Joaquín, un hombre rudo, de campo, de los que saben que trabajar con madera es laborioso, muy pesado, que necesita muchas horas de dedicación y que, aún con todo eso, no siempre se obtienen gratos resultados. De cómo se refería él a la p*** madera viene el nombre de Fucking Wood. Y también de su legado nace, en buena medida, la forma de hacer y de trabajar de Joaquín.

Desde muy pequeño tiene el recuerdo de “estar en el taller sentado entre el serrín jugando con las galletas, luego haciéndome espadas de madera, luego cogiendo un martillo y golpeando cosas”. Así, junto a su abuelo, mientras su madre se iba a trabajar, la madera ha formado parte de la vida de Joaquín desde siempre, pasando de ocupar los fines de semana a veranos enteros. Y a día de hoy se ha convertido en un pilar fundamental de su vida. “Si volvieran a hacer sería ebanista, sin duda. Si tuviera la experiencia de lo vivido y pudiera elegir no elegiría otra cosa”, afirma sin vacilar y sin despeinarse.

Joaquín Llamas en pleno proceso de trabajo en su taller de Mejorada del Campo, Madrid

En Fucking Wood llevan por bandera lo que ellos llaman ebanistería old school. Un concepto que Joaquín lo explica de dos formas: la rápida, “somos un taller old school porque hay muchos procesos que seguimos haciendo a mano”; y la detallada, “en la época en la que estamos todo avanza muy rápido, pero hay ciertas cosas que todavía se pueden hacer a la vieja usanza. Si llevas mucho tiempo haciéndolo no vas a tardar mucho más que con una máquina” y, además, para él y también para muchos de sus clientes, “esa pequeña alineación o esa mariquita de lápiz tiene su carga, tiene su valor, porque eso implica que ha habido alguien que se ha preocupado de hacerlo a mano”. 

Al mantener esa forma de hacer las cosas “se tarda más, pero muchas veces el resultado, aunque sea casi imperceptible, se nota. Y se nota para bien”.

La personalización y el trabajo manual son dos de las señas de identidad de Fucking Wood

A la hora de escoger la madera con la que trabajar, Joaquín sigue la misma filosofía old school, a la vieja usanza, tradicional, artesanal o como a cada uno nos apetezca llamarle. “Hay ciertos materiales que aligeran la carga de trabajo y facilitan la mecanización o el barnizado o el lacado”, pero él sigue prefiriendo el material macizo porque “se trabaja mejor de unas determinadas maneras y los acabados no tienen absolutamente nada que ver” a pesar de que “hay materiales sintéticos, y cada vez más, que son espectaculares” y que “muchas veces ves un tablero de un laminado, que no sabríamos ni nosotros, diferenciar de un tablero de madera natural porque los acabados hoy en día son muy buenos”.

Pero, de todas formas, para él “siempre es más bonito trabajar con materiales de los de siempre porque la veta, el nudo o el dibujo que tiene la madera no es perfecto. Según la profundidad del tronco y según el tamaño del palo va a tener unos nudos y unas formas totalmente diferentes”, y ahí reside parte de su encanto.

Algo en lo que para Joaquín reside la belleza, pero que es consciente de que “no a todo el mundo le gusta”. Tanto es así que alguna vez algún cliente no ha estado conforme con alguna pieza porque “esto tiene nudos” o “esto tiene una veta que no es igual”. Y claro que no es igual. Y precisamente ahí está la gracia.

Uno de los proyectos salidos de la cabeza y de las manos de Joaquín, y fabricados en el taller de Fucking Wood

Porque en Fucking Wood cada mueble es único y la personalización es su sello de identidad. 

Un sello que, literalmente, luce con orgullo cada una de sus creaciones. Y es que, como no, son de los que han decidido continuar con la bonita tradición de los antiguos ebanistas de firmar los muebles por detrás. 

Una personalización que, en palabras de Joaquín, se basa en que “queremos que ese mueble que vamos a realizar sea tuyo, exclusivamente tuyo. Que lo vea así y lo identifiques contigo”.

Por eso no se limitan a ser fabricantes, sino que “nos preocupamos de estar pendientes de cuáles son las tendencias, de qué es lo que se lleva, de buscar la mejor opción en función del proyecto”. Esa es la forma de que, además, las cosas perduren en el tiempo.

Joaquín Llamas cuida hasta el más mínimo detalle de cada proyecto de Fucking Wood

Todo el proceso, “desde que voy a medir a tu casa hasta que te lo dejo puesto en tu casa, todo eso, es Fucking Wood”.

Un proceso que para Joaquín es su día a día, desde “ese ratito de dibujo” que a él le gusta mucho, pasando por esos “momentos en los que tienes que inventar” que para él son muy divertidos, hasta el final “cuando lo ves terminado, cuando el cliente te manda una foto diciéndote me encanta mi mesita de entrada, mira qué bonita ha quedado con esa lámpara” que para él vale muchos puntos.

Seguramente sea una suma de esa satisfacción del trabajo bien hecho y tantos años de amor incondicional por el arte de la ebanistería la que hace que salga de su boca una última reflexión. “Es un oficio que no puede desaparecer. Antes o después volveremos a retomar los viejos oficios, estoy convencido”.

Espacio de trabajo de Fucking Wood en Mejorada del Campo, Madrid

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