La ría de Muros y Noia es el lugar donde se conserva el mayor número de astilleros tradicionales de toda Galicia. Las condiciones naturales son óptimas para la protección, fondeo y abrigo de las embarcaciones. Junto a estas, la cercanía de la materia prima gracias a las grandes extensiones de bosques de madera autóctona, proporcionaba una zona idónea para la construcción de barcos y el lugar donde se asentaron numerosas carpinterías de ribera en los primeros años del siglo XX. 

Este tradicional oficio no contaba en sus orígenes con instalaciones fijas, sino que eran los propios carpinteros, auténticos ingenieros que recibían y transmitían sus conocimientos de forma oral generación tras generación, quienes se desplazaban de playa en playa, buscando siempre lugares de abrigo y mar en calma, para realizar los diferentes encargos.

Eran ellos mismos quienes levantaban pequeños cobertizos con la madera sobrante. Estos espacios duraban lo mismo que la construcción del barco que, una vez finalizada, suponía el desplazamiento de todos aquellos profesionales en búsqueda del siguiente proyecto.

El oficio evolucionó a una industria primaria cuando las condiciones permitieron la construcción de astilleros. En ese momento comenzó una modificación del entorno, tanto a nivel económico como arquitectónico, que se ha mantenido hasta el día de hoy y que con la rehabilitación del Estaleiro do Ciprián adquiere un nuevo impulso.

Las primeras referencias de este tipo de instalaciones en la ensenada de Broña datan del año 1879. En concreto fue la familia Domínguez, apodada Os Bolato, quienes levantaron el primer astillero. Su actividad se centraba en la construcción de embarcaciones de madera de todas las dimensiones. Tanto es así que llegaron a construir una goleta de 32 metros de eslora y más de 240 toneladas.

Poco a poco la construcción de embarcaciones tradicionales en madera fue decayendo, lo que desembocó en el abandono tanto del oficio como de las instalaciones. En el caso concreto del astillero de Broña, desde que cesó su actividad en el año 1980 fue sufriendo el paso de los años y el azote de los temporales. Tanto que incluso corría el riesgo de desaparecer. Hasta el día de hoy.

“Hace unos años nos hacíamos la pregunta de qué tenemos nosotros que sea diferencial, que sea distintivo. Al final, todos teníamos conocidos y familia que trabajaron en algún momento en una carpintería de ribera, sobre todo en la zona costera de Outes. Fuimos viendo la importancia que tuvo esta actividad en nuestro ayuntamiento desde un punto de vista histórico y cómo, además, es un poco la génesis de actividades que todavía hoy tienen mucha relevancia”. Estas son palabras de Manuel González, actual alcalde del Ayuntamiento de Outes y uno de los responsables de que el Estaleiro de Ciprián se mantenga en pie hoy en día.

Antonio Rodríguez es otro de los protagonistas de esta historia. Desde su empresa, Tremuzo Historia y Patrimonio, se dedica a enseñar, disfrutar y divulgar el patrimonio de Outes. Para él, como decía “Francisco Fra, un carpintero de ribera que todavía trabaja ahora en la Mariña, en Cervo (…) el mundo no sería lo mismo sin la carpintería de ribera. Recuperar esto para dar importancia a esta carpintería de ribera, a esta actividad tan diferencial y parte de nuestra memoria, da la sensación de que era una actividad con mucha más importancia que el simple hecho de construir barcos de madera, que es parte de nuestro ADN”.

En la misma línea se manifiesta Óscar Fuertes, de Fuertes Penedo Arquitectos, encargados de la rehabilitación. “Hablar de la historia del edificio es lo más importante. Nosotros como arquitectos para entender esta rehabilitación teníamos que entender el pasado. Es decir, de donde venía. Entender qué sucedía, cómo era una edificación en la que lo importante no era el arquitecto, lo que estábamos acostumbrados a ver nosotros, sino que lo importante era la creación de un edificio por el carpintero que lo usaba. Eran los carpinteros de ribera los constructores de esta edificación. En este caso, encontramos una edificación con altísima envergadura, una edificación que estaba completamente enraizada en el paisaje. Que no sólo formaba parte de él, sino que creaba paisaje. Con una historia que hablaba de una familia que generación tras generación lo que hacían era construir embarcaciones de madera. Y que, por lo tanto, hablaba también de Outes y que hablaba también de esa importancia en cuanto a la calidad y la cantidad de madera que tiene la Serra de Outes”.

Juan José, de Carpintería Pián, y José Santiago, de Carpintería Santiago Núñez, son los carpinteros responsables de esta obra de arte. Pero también algo más que eso. “Yo soy bisnieto del Astillero de Garibai. Venía aquí a bañarme todos los días. Nací en la vida esta, sé cómo funcionó todo esto. Conozco al nieto de Ciprián y a la familia. Es parte de mi vida”, comenta Juan José. Algo que nos da una buena idea de la implicación en el proyecto. En él han puesto todas sus ganas, sabiduría y experiencia tanto él como José Santiago, Y así de orgulloso se muestra con el resultado final: “alguien podrá mejorarlo, pero que venga. Cuanto más lo miras más te gusta”.

Esta es la primera entrega de una serie de 3 artículos sobre el Estaleiro de Ciprián. Si no quieres perderte esta y muchas historias más, suscríbete a nuestra newsletter y sigue nuestras redes sociales Instagram, Facebook y LinkedIn. 

¡Hasta la vista!