“Estamos hablando de principios de los años 40 cuando comienza la actividad, y esto está operativo, trabajando, haciendo barcos y reparando barcos hasta finales de los años 70 principios de los 80. Sí que es cierto que parece ser que se deja de construir barcos a mediados de los 70, pero que siguen reparando”. Cuenta Antonio Rodríguez, responsable de Tremuzo Historia y Patrimonio.”
“Surge casi como un pequeño clúster, un pequeño distrito industrial en términos económicos, que hace que poco a poco esta zona se especialice en hacer barcos no sólo para atender las necesidades de aquí (la Ría de Muros y Noia), sino para atender las necesidades casi de toda Galicia”, en palabras de Manuel González, actual alcalde del ayuntamiento de Outes.
“Si entendemos la carpintería de ribera como un proceso de trabajo de la madera holístico y global pues daba trabajo a muchísima gente. Llegó a haber 50 talleres, llegó a haber sobre 20 aserraderos, la cantidad de cortadores que habría, etcétera. Al final es la idea de un distrito industrial”, concluye Antonio.
En ese contexto eran fundamentales las edificaciones de los astilleros. Unas construcciones llevadas a cabo por los propios carpinteros. En palabras de Antonio, “esto lo rehabilitaron arquitectos, un estudio de arquitectura con las herramientas nuevas, actuales. Esto quien lo construyó en el año 40 y pico no eran arquitectos, eran carpinteros de ribera. Ellos lo que sabían era de hacer barcos y tenían un conocimiento brutal de la madera. Ellos tenían unas necesidades e hicieron un espacio que de alguna manera respondiera a las necesidades que ellos tenían para realizar a su actividad”.
Sobre ese conocimiento y cómo ayudó a la conservación del edificio, José Santiago, uno de los carpinteros responsables de la rehabilitación, comenta que “los materiales que usaron resistieron muy bien el paso del tiempo. De hecho, el tinglado estaba armado. Quien lo armó no era el primero que armaba y sabía lo que hacía, porque las vigas estaban unidas en rayo de Júpiter. Bueno, no era el primer trabajo que hacía. De echo los pilares eran de eucalipto tal como venía del monte, redondo”.
Así y con todo, “estaba ruinoso, sobre todo en lo que es la zona dónde estaba la maquinaria ya estaba todo podrido. El alero de delante estaba caído por un temporal. Ya cayera antes porque tenía uralita la parte de delante. Después la estructura aún aguantaba, pero bueno, entraba agua porque estaba la ripa podrida y las tejas movidas”, confirma Juan José, compañero de José Santiago en el proyecto.
“Esta estructura es una estructura antigua, una estructura hecha como como se hacía tradicionalmente aquí”, según comenta José Santiago. Y sobre ese punto de partida trabajaron los arquitectos. En palabras de Iago Fernández Penedo, de Fuertes Penedo Arquitectos, estudio responsable de la rehabilitación, “para afrontar el proyecto hubo que hacer un trabajo de documentación, basándose en las fuentes, en la tesis doctoral de Óscar. Hay un trabajo previo de entender el conjunto, entender la historia, entender cómo funcionan todas estas edificaciones.
En la misma línea se manifiesta Óscar. “Aquí sabíamos que esto no era un proyecto de un ebanista que tenía un mueble en un salón perfecto. Esto era un proyecto de un carpintero de ribera. Entendíamos que esta madera tiene que tener brechas, tiene que abrir, no es un detalle perfecto. Es un detalle gallego. Nuestra idea siempre fue trabajar desde esa identidad, pero, por supuesto, en una evolución técnica, pero no formal, intentando siempre ese respeto que muchas veces tiene que estar desde el respeto al pasado, pero sabiendo que en el futuro va a funcionar”.
Fue así como se autoimpusieron el hecho de “intentar reutilizar la mayor cantidad de material posible tanto de la estructura” consiguiendo conservar la mayoría de las cerchas, como en las fachadas, donde “más o menos en torno al 40% de la fachada actual” se hizo reutilizando las tablas que estaban ahí con anterioridad, según comenta Iago.
Y lo que no pudieron reutilizar, lo replicaron. Por eso, tal como cuenta Iago, “nosotros en el proyecto intentamos utilizar las mismas especies de madera que estaban presentes. Eucalipto en la estructura, el pino en las fachadas y en el propio edificio que está cerrado. Después la piedra en los lugares donde hay piedra y simplemente una licencia, el hormigón visto, en ese espacio para el motor que hay en la otra fachada y que era como un poco reflejar ahí que era una actuación más contemporánea, pero intentando ser lo más respetuoso posible”.
Un trabajo que desarrollaron los arquitectos, en palabras de Manuel González, “con la filosofía de aprovechar todo lo que se pudiera aprovechar”. Eso sumado a que “son expertos justamente en patrimonio arquitectónico de tipo marítimo” hizo que, para el alcalde, el estudio formado por Óscar e Iago fuera “el mejor director de orquesta” posible para diseñar y dirigir el proceso de rehabilitación.
Pero no sólo eso. “Tuvimos la suerte de contar con carpinteros de la zona que son carpinteros de blanco, pero, lo quieras o no, conocían esto (la carpintería de ribera), entonces tenían experiencia, tenían el conocimiento… También se trabajó con un aserradero de aquí, del ayuntamiento, que fue quien preparó la madera”, comenta Manuel con orgullo.
Para Antonio, todo el proyecto gira en torno a “ese diálogo entre el pasado, el presente y el futuro. Nosotros somos de aquí y conocíamos esto desde pequeños. Para mí está igual a como cuando yo era niño y venía aquí”.
Y hasta aquí la segunda y penúltima entrega sobre el Estaleiro de Ciprián. Muy pronto, mucho más. Y para no perderte nada suscríbete a nuestra newsletter y haznos un follow (¡no unfollow!) en las redes sociales (Instagram, Facebook y LinkedIn).
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