Convertir un astillero de ribera en un espacio museístico sobre la carpintería de ribera. Así leído puede parecer fácil, ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad. Eso sí, cada profesional que ha formado parte del proceso le ha puesto todo el mimo que el proyecto requería para mantener viva su esencia.
Desde el inicio, los arquitectos lo tenían claro. Como comenta Óscar Fuertes Dopico, “lo principal era el concepto. Es decir, no podíamos modificar la forma porque estaba generada por el carpintero de ribera, teníamos que entender el uso, esta rampa de conexión directa hecha en granito, otra para poder estacar, el tema de la terraza donde por arriba podías directamente llegar a la embarcación. El proyecto, desde ese respeto, esa puesta en valor de la identidad de esta carpintería, tenía que ir poco a poco llevando a ese camino. Y por otra parte, ¿qué hacer en el interior? Es decir, ahí ya no se iban a cortar troncos de madera. No iba a haber una zona de taller donde se usasen las cuadernas, pero tenía que ser un espacio que hablase de la carpintería de ribera, que potenciase las herramientas y para que la ciudadanía, sobre todo la gente joven, no se olvidara de la creación de sus abuelos y de su familia que era la construcción de embarcaciones de madera”.
Y para mantener intacto ese recuerdo, nada mejor que recuperar en la medida de lo posible todos los materiales porque, como comenta Iago Fernández Penedo, “hablan de la historia y llevan años ahí” y no se trata de poder utilizarlos desde un punto de vista de sostenibilidad, “sino un poco por la identidad y la memoria del lugar”.
Una memoria que, a Juan José, propietario de Carpintería Pián y parte del equipo que ha llevado a cabo el proyecto de rehabilitación, hace que se le salten las lágrimas. Y lo hace cuando se acuerda de su padre, quien falleció antes de que pudieran finalizar el proyecto. “Su herramienta está ahí dentro. Él estaba vivo cuando nosotros estábamos trabajando aquí, vino un par de veces. Pero bueno, al final es la historia de él también. La historia de aquí, de la zona. Yo sé la vida de él cómo fue y todo, y por eso estoy orgulloso de que abra esto aquí”, nos cuenta emocionado.
Para Manuel González, Alcalde de Outes, la iniciativa de recuperar el astillero ha sido todo un éxito, en gran medida porque “se fueron configurando al final distintas actividades alrededor de ella, distintos profesionales que saben mucho de lo suyo y que al final hay un conjunto de sinergias que da un resultado maravilloso.”
También lo es para Óscar quien, con una sonrisa en la boca, nos cuenta que tanto él como Iago venían “con mucha felicidad, con un equipo como los carpinteros, que trabajaron para hacerlo posible, muy entregados y, por lo tanto, ese equipo que sucede en la obra es el que poco a poco va intentando llevar adelante el proyecto, que no es más que un paso hacia el futuro del anterior proyecto que era el del carpintero de ribera.” De hecho, según el propio Óscar, “el edificio lo podemos entender como una embarcación. A nivel conceptual es un nexo entre el pasado, entre cuando esto era una carpintería de ribera, pero sin edificación, donde posteriormente se construyó esa edificación y donde ahora se rehabilitó esa edificación, para continuar como esa embarcación que continúa hacia el futuro. ¿Hacia dónde? Veremos, pero sí que sea un paso más dentro de un camino ya marcado, que no es el nuestro sino el de Outes, el de la propia construcción de embarcaciones de madera”.
Para Antonio Rodríguez, de Tremuzo Historia y Patrimonio, la clave del éxito reside en que “la administración hizo su trabajo, los arquitectos hicieron su trabajo, los carpinteros hicieron su trabajo y ahora viene la parte social porque la realidad es que de la evolución de la carpintería de ribera hasta estar casi extinta la llevó a un desconocimiento de la actividad. Entonces hay que volver a vincular a la sociedad con esto, pero no desde un punto de vista constructivo” sino de que “se identifiquen con esa parte del patrimonio que estaba en riesgo de desaparecer y que, de alguna manera, la seleccionen como parte identitaria y la pongan en valor”.
Algo que remarca Juan José, “porque era una historia que tenemos aquí que nadie hablaba de ella. Desde que tenemos el museo hay gente que viene por el museo, se sabe que aquí había carpintería de ribera. Estoy orgulloso de que nuestro ayuntamiento haga una cosa así”.
Revivir esta parte tan fundamental de la cultura de Outes también es el gran valor que tiene el edificio para sus arquitectos y lo que, en parte les ha llevado a recibir diferentes premios. En palabras de Óscar, “no es solo poner en valor la edificación, el edificio, es poner en valor una cultura, poner en valor todo que está detrás. Por lo tanto, ser premiados, me viene a la cabeza, en la Bienal de Arquitectura de este año, al final lo que hace es situar a la carpintería de ribera en el conjunto de obras de España. Nosotros felices ya no sólo por nosotros, no repito, sino porque Outes y esta carpintería de ribera tengan ese impulso”.
“Este es nuestro Guggenheim, pero más bonito”, concluye, casi al unísono Manuel González y Antonio Rodríguez. Y es que si una palabra ha estado en boca de todas las personas que han formado parte del proyecto, que han luchado para que la carpintería de ribera siga estando presente a día de hoy y que seguirán empujando para que esta sólo sea la primera piedra esa es ORGULLO. Sí, con mayúsculas.
Y hasta aquí la serie de 3 artículos sobre el Estaleiro de Ciprián. Si te has quedado con ganas de más, tenemos historias tan emotivas y espectaculares en nuestro blog y en nuestras redes sociales Instagram, Facebook y LinkedIn. Suscríbete a nuestra newsletter para no perderte ninguna.
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