Olalla y Miren se conocieron, más tarde sus caminos se separaron, años después se volvieron a reencontrar y ahora estamos aquí entrevistándolas para que nos hablen de su proyecto conjunto: Arkialbura. Mucho más que un estudio de arquitectura.

Como en toda buena historia de amor que se precie en algún punto aparece un momento mítico: el flechazo. Lo que hace que la historia de amor de Miren Caballero y Olalla Pascual sea un poco diferente es que el flechazo no tuvo lugar a las primeras de cambio, sino que fue después de conocerse estudiando la carrera de arquitectura, una vez que se estaban formando en bioconstrucción y Passivhaus, cuando, como dice Miren, “surgió la magia”.

Y de ese enamoramiento no tan repentino surgió Arkialbura. Que te preguntarás tú que de dónde vendrá un nombre tan curioso, ¿no? Pues Miren te lo cuenta. “Arkialbura viene de arqui-, de arquitectura, y de -albura, que sería la parte de la madera de la savia que siempre está en movimiento”. Ahora que el nombre ha pasado de ser curioso a ser bonito, vamos a profundizar más en el porqué de este proyecto.

Olalla Pascual, arquitecta y cofundadora de Arkialbura, en pleno proceso de trabajo

Olalla y Miren son dos jóvenes arquitectas del País Vasco con dos constantes en sus carreras: el reciclaje contínuo y la madera. Se mueven en esa zona. Siempre se han movido en ella. Incluso antes de moverse. Como comenta Olalla, “nosotras venimos ya con una historia y una cultura aquí de caseríos con estructura de madera”. Y utilizan ese conocimiento previo para avanzar apoyándose en él, y reinventarlo, viendo “que hay otras maneras, otros sistemas” para utilizar la madera en las edificaciones.

Su primera obra en madera allá por el 2014 o 2015 fue, como recuerda Miren, “con CLT y a partir de ahí hemos ido metiendo la madera en diferentes sistemas” como “paneles enteros o entramado de madera”, además de fusionarla “con muros de piedra, porque hacemos rehabilitación de caseríos y entonces hemos ido mezclando. Hay veces que la estructura es entera de madera, hay veces que la mezclamos con piedra o con hormigón” por poner dos ejemplos.

Miren Caballero en uno de los proyectos que Arkialbura tiene en marcha

A la hora de seleccionar las maderas “nos fijamos que sean de bosques sostenibles”, afirma con rotundidad Olalla, quien iría más allá en términos de sostenibilidad si fuera posible. “Si fuera kilómetro cero es lo ideal, ¿no? Es lo que nos gustaría a todas. Pero a veces hay que recurrir a maderas de Europa, por ejemplo”.

Un cuidado del entorno que desde los inicios ha sido una de las piezas angulares en la filosofía de Arkialbura ya que, como nos cuenta Miren, al igual que sucede con el ciclo de vida la madera, “intentamos que en nuestro trabajo también se refleje ese círculo”.

Y un cuidado del entorno que, al mismo tiempo y mirando al futuro, también será parte fundamental de la evolución del estudio y que estará vinculado a la neuroarquitectura. “Hemos ido centrado el foco en las personas, en la importancia de los espacios y en la repercusión que tienen en nuestro estado emocional. Yo creo que seguiremos en ese camino buscando mejoras para las personas que habitan en las casas”, comenta Olalla.

En los proyectos de Arkialbura la madera siempre juega un papel fundamental

Y ahí los materiales naturales, entre los que destaca la madera, juegan un papel fundamental. Por eso son los que buscan en Arkialbura a la hora de desarrollar cualquier proyecto, sea del tipo que sea. “La madera la destacamos más por esa calidad que da, también ayuda al propio ambiente, también ayuda a la higroscopicidad (propiedad que tienen algunas sustancias de absorber y exhalar la humedad según el medio en que se encuentran)... Y eso siempre hace que los espacios interiores sean más sanos y se esté a gusto. Que el cuerpo descanse mejor”.

Entonces, ¿quién diría no a una casa de madera? Pues en principio nadie ¿no? Y mucho menos la clientela de Arkialbura. Esa forma de pensar a futuro encaja perfectamente con la filosofía de sus clientes que, en palabras de Miren, “son familias que tienen unos valores de ecología que los ven reflejos en nuestro estudio”.

Pero la madera no siempre ha tenido tan buena aceptación. “Ahora ya la gente viene ya animada, la madera entra dentro de los materiales a utilizar, cosa que antes era impensable. Antes era más hormigón, el ladrillo, que era lo que daba la seguridad. Porque el cuento de los tres cerritos hizo mucho daño”, comenta Olalla entre risas.

La naturaleza forma parte del ADN de Arkialbura

Volvamos por un momento al inicio del flechazo. A la bioconstrucción y al Passivhaus, dos conceptos que van unidos y que conforman las raíces de Arkialbura. Quizá no todas las personas que estéis leyendo este artículo seáis expertas en la materia, así que aquí va una breve explicación cortesía de Miren Caballero: “la bioconstrucción abarca tanto (la utilización de) materiales naturales como el cuidado al medio ambiente” mientras que “el Passivhaus es un sistema constructivo, un estándar de construcción, que lo que hace es llevar la eficiencia (energética aportada por la suma de los materiales utilizados en una construcción) un poco al límite”. 

Ella lo tiene, y siempre lo han tenido, muy claro. “Hacemos arquitectura, pero con un concepto, con una mejora. Aportamos algo también a la sociedad”, en palabras de Miren. “En un futuro seguiremos trabajando en poner el foco en la persona”, en palabras de Olalla.

Miren Caballero, arquitecta y cocreadora de Arkialbura, durante el rodaje de su documental

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