Edgar López se considera ebanista, pero un ebanista que trabaja de una manera muy tradicional, con madera maciza, y un estilo muy definido, el estilo shaker.

Para querer ser ebanista se supone que te tiene que gustar la madera. Lo que es seguro es que, para serlo realmente, te tiene que apasionar. Y ese es el caso de Edgar, quien “de pequeño tenía un banco, el de mis abuelos, y siempre he trabajado allí”. La madera “siempre me llamó muchísimo la atención, me parece un material muy noble y con el que disfruto muchísimo”.

Para él, cortar un árbol, aunque muchas veces no lo pensemos, es “una cosa muy seria”. Por eso, a la hora de realizar cada una de sus piezas, Edgar cree necesario que se utilice la madera de una forma inteligente para que dure lo máximo posible y que la vida de ese árbol tenga realmente sentido.

Cepillos en el taller de Gharucho Woodworks en A Coruña

Y en esa durabilidad también está la mano del artesano, porque, como bien apunta Edgar, “lo más difícil de este trabajo saber como la madera se va a comportar a lo largo de tiempo”. Por eso se hace más que necesario entender y conocer el material, saber cómo pueden influirle, por ejemplo, los cambios de estación, la humedad, la temperatura y cualquier elemento externo.

Esta filosofía casa a la perfección con su estilo minimalista. “Trabajo normalmente sobre el estilo shaker, que era una comunidad un poco utópica, que había en el siglo diecinueve en América del Norte y que hacía muebles muy bien hechos, con maderas locales y para durar para toda la vida. Muy funcionales también”.

Edgar López trabajando en su taller de ebanistería en A Coruña

Podría parecer que Edgar es un shaker más, pero no, él tiene lo que se podría definir como su marca personal. “Lo más importante que yo veo es el acabado a cepillo, que se diferencia entre la lija en que no rompe las fibras. O sea, sacas virutas perfectas, lo que hace que el acabado sea súper liso y sedoso, y que la pieza resista mucho más el paso del tiempo”.

Pero llegados a este punto del proceso, la pieza todavía continúa en el taller, por lo que para Edgar no está acabada. “Cuando se termina la pieza es cuando el cliente la tiene en su casa y la usa”. 

Es un proceso artístico, bonito y, además con final feliz. Ya que, como dice Edgar, “empieza en el árbol, un ser vivo, y acaba en otro ser vivo. Entonces el círculo se cierra de vida a vida


Si deseas una pieza a medida de madera para toda la vida, contacta con Edgar, Gharucho Woodworks, a través de woodiswood.

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