Si bien, no hay ningún material seguro ante un incendio, ya que cualquier edificación ardería, la madera es uno de los más resistentes ante el fuego. En este post te contamos todos los datos sobre la seguridad de una casa de madera ante un incendio.

La madera, arde. Eso es así; y en base a esa premisa, podemos llegar a la conclusión de que una casa de madera no sería para nada segura ante un incendio. Si bien, no hay ningún material seguro ante un incendio, ya que cualquier edificación ardería, la madera es uno de los más resistentes ante el fuego. En este post te contamos todos los datos sobre la seguridad de una casa de madera ante un incendio.

¿Arde fácilmente la madera?


La madera no arde en sí por el hecho de ser madera. Debemos explicar que, cuando se produce un incendio en una edificación, el origen suele ser normalmente de una chispa en alguna de las instalaciones o un accidente. Esto puede ocurrir en cualquier tipo de edificio, de cualquier material. Entonces, comienza la propagación del incendio: los muebles y cortinas o alfombras, son los primeros en arder y propagar el fuego.

¿Has hecho un fuego alguna vez? Si es así, seguro que sabes que no es tan fácil: necesitas troncos secos, ramitas, piñas, papel, e incluso pastillas especiales para la combustión. Así, con mucho empeño, se consigue que la madera arda y se obtenga un fuego. Tras el paso de mucho tiempo ardiendo, en ocasiones aún está el propio tronco, quemado, pero sin descomponerse totalmente. Esta es la prueba de su resistencia.

La madera resiste al fuego


La madera, por tanto, resiste bien al fuego, además de a los insectos y los hongos. Además, si se logra apagar, podremos reparar su estructura, por lo comentado anteriormente: la madera queda quemada pero no descompuesta. Esto ¿a qué es debido? La madera se quema muy lentamente del exterior hacia el interior, donde hay ciertas capas con presencia de agua. Por eso, la carbonización del exterior es visible, e impide la entrada de oxígeno al interior. Durante este proceso, el propio carbón actúa como aislante térmico retardando el tiempo de combustión. Mientras, el núcleo resiste mucho tiempo a pesar del fuego. Además, no se desprenden gases tóxicos durante la combustión de la madera, algo que facilita la evacuación en caso de accidente.


La velocidad de carbonización de la madera es de 0,7 mm por minuto y la capa de carbón exterior (la “costra” quemada que explicamos antes) actúa como una protección, asegurando durante horas la capa interior. Esto da un tiempo suficiente para poder evacuar el edificio e intentar extinguir el incendio, sin daños estructurales, ya que  la madera tiene una dilatación térmica casi nula frente a otras estructuras de acero o de hormigón, que se vendrían abajo con mayor seguridad y en menos tiempo.

Todos recordaremos la Catedral de Notre Dame de París ardiendo. La realidad es que tardó horas y horas en arder, y la estructura no se vino abajo, como podía haber sucedido ante una estructura de hormigón. La causa del incendio fue una negligencia en la normativa de los trabajos de restauración que se estaban produciendo en el edificio. Gracias al tiempo que tardó en arder la madera, pudo evacuarse, no solamente a todas las personas presentes en el edificio y los alrededores, sino a más de 400 obras de arte que fueron salvadas. En este caso, el tiempo fue un factor muy importante; y el mito de lo fácil que prende la madera, quedó un poco desvirtuado.

Elementos para acompañar la madera frente a incendios


En España, existe una normativa (CTE DB-SE-M: Madera) en torno a las estructuras de madera en las edificaciones. Sumado a esta normativa, las maderas de calidad, unidas en la edificación a otros elementos constructivos, garantizan una protección extra frente a incendios.


Estos elementos son, por ejemplo, el conjunto de capas que configuran el muro, con protecciones ignífugas en el revestimiento y aislamiento, que aumentan la resistencia y estabilidad ante el fuego.


Otros elementos, como grandes ventanales o la orientación optimizada de las habitaciones, pueden ayudar a disminuir el riesgo de incendio, al requerir menos elementos eléctricos en la instalación del edificio, ayudando además a ahorrar energía y disminuyendo el riesgo de incendio. Estos beneficios, los ofrecen, por ejemplo, las casas pasivas de madera, ¿las conoces?


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